Hablamos de una de las medinas más grandes y más históricas del país, su origen comienza en el año 1464, y desde entonces parece que apenas ha sido restaurada, éste es su encanto.
Calles estrechas, miradores y puestos comerciales componen éste laberinto, y no se podía definir mejor a la medina, ya que lo más normal es que te pierdas entre sus callejuelas. El acceso principal a La Medina se realiza desde la plaza nueve de abril, una entrada compuesta de un arco blanco de cemento al puro estilo del país da la bienvenida a todos sus visitantes.
La mayor parte del tiempo, ésta entrada está ocupada por campesinos que venden sus cosechas o animales, cuando te adentras la medina, te puede dar la sensación de que pueda resultar peligrosa, pero no lo es, muy raramente se producen asaltos a turistas en ésta zona, en mi caso, yo no tuve ningún problema, más allá de los insistentes marroquíes que quieren ser tu guía de viaje y no aceptan un no por respuesta, es cierto que son muy pesados, para quitártelos de encima debes de ser tajante, decirles que quieres ver la ciudad por ti mismo.
No dejes de visitar las profundidades de sus mercados, son la esencia de la Medina.
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